Yo emulando un vendedor de fruta en Hanoi (Vietnam) |
Mis primeros
momentos en Vietnam estuvieron protagonizados por la presencia constante de lluvia
que no dio tregua en ningún momento, pero el viaje continua y no puedo esperar
a que el tiempo mejore, así que miro las previsiones meteorológicas y localizo
una atractiva zona en la que la climatología parece más benévola y permite un
paseo, así que me lanzo con todo a visitar Sapa en el norte de Hanoi, una zona
tribal que dedican terreno montañoso al cultivo de arroz principalmente.
Eran las 19:00
horas, si me apresuraba podría coger un tren nocturno que salía en breve y
adelantaría mucho tiempo, pero la estación queda a unos 2 Klms. de mi albergue.
Trato de adelantar mirando por Internet y sólo quedan billetes para literas a
unos 840.000 Dongs el equivalente a 29 €. Pero tendría que pagar ese día de
albergue ya que el chek out es por la mañana y ya era de noche.
Bahia de Halong (Vietnam) |
Ahora sólo me
quedaba ir a la estación, comprobar que quedaban billetes ya que por Internet
no se podía, volver al albergue, hacer el equipaje y rápido otra vez
a la estación a subir en el tren. Era misión imposible, pero adelantaría dos
días si lo lograba. En el albergue dicen que puedo contratar el billete allí
mismo, que ellos hacían toda la gestión y me llevaban hasta la estación, y el
precio era muy aproximado a comprarlo directamente. En Asia, los propios
hoteles, albergues gestionan toda clase de visitas, viajes, desplazamientos,
etc. Así que era una la solución perfecta, además negocié con ellos para que no
me cobraran ese día y lo aceptaron.
Todo se hace
in extremis, tremendamente rápido, llegamos a la estación de tren, me dice el
conductor que aguarde un momento, él entra y yo me quedo junto al vehículo,
llega y me entrega el ticket, lo tomo, me doy la vuelta para subir los peldaños
de la escalera que sube hasta la entrada mientras observo el billete, todo
normal excepto en una cosa, el importe es de 140.000 Dongs unos 5 € Es un
billete de la clase más económica. Es decir, que no iría durmiendo plácidamente
en litera sino que tendría que intentar pasar toda la noche sentado sobre
tablas de madera.
Realmente es
el billete que yo quería comprar desde el principio, el de la clase económica,
pero es para locales y no aparecen por Internet, además tratan de no venderlo a
turistas.
Hacía sólo 2
noches que había hecho el trayecto desde Camboya hasta Vietnam en el autobús
del infierno durante 27 terroríficas horas y volvía a estar en la misma
situación, otra dura noche, pese a todo lo asumía.
Acepté que
había sido victima de una estafa, aunque no lo podía creer, tenía que volver al
mismo albergue en breve, lo que les supondría un enfrentamiento con un cliente,
o incluso con la policía.
El tren es
viejo, tiene las ventanas enrejadas con gruesos alambres. Entro y tomo asiento
entre los locales. Es muy lento y hace muchas paradas en pequeños pueblos donde
algunos se embarcan y otros se apean. Los pasajeros tratan de acomodarse del
mejor modo posible, mientras tanto pasan vendedores que ofrecen comida, bebida
y hasta unas curiosas pipas donde algunos fuman. Yo observo el espectáculo que
se prolongará a lo largo de toda la noche, pero la función me deja agotado, ya
está amaneciendo y he llegado a mi destino, ahora una furgoneta y en una hora
en Sapa, por fin.
La furgoneta
que nos traslada a Sapa se va adentrando por los sinuosos caminos de la
montaña, el tiempo está gris plomizo y una neblina se va apoderando del paisaje
a medida que ganamos altura. Al llegar a Sapa comienza una leve llovizna, pese
a todo alquilo una moto, me embuto el impermeable y me aventuro por los caminos
de la montaña intentando ver el atractivo paisaje de la zona, pero hoy no es el
día propicio.A los pocos minutos mis pantalones están empapados. La lluvia me
obliga a parar debajo de un puesto de carretera hecho con palos y lonas y donde
están cocinando algo al fuego. Unos turistas asiáticos que estaban sentados
sobre unas diminutas sillas a ras de suelo junto a la lumbre al verme
llegar se levantan y charlan conmigo. Terminan regalándome un plástico para
envolver mis piernas. Emprendo de nuevo el camino más protegido, a unos
kilómetros la niebla parece abrirse por un momento así que paro la moto e
intento ver algo pero resulta imposible. Vuelvo a la moto, no arranca, la batería
se ha acabado. Comienzo a probar con la palanca de pie, una vez, otra, otra… no
hay manera de que arranque. El tiempo pasa, comienzo a andar con la moto pero
estoy a unos 40 kilómetros del pueblo, vuelvo a intentarlo, sigue sin arrancar.
Descanso y otra vez, al final arranca, y siento un inmenso alivio. La devuelvo
al lugar donde la había alquilado y me devuelven la mitad del dinero.
Converso con
gente en el pueblo y me indican que llevan toda la semana con niebla y lluvia
sin poder hacer gran cosa. En el tiempo que estuve allí tampoco cambió mucho la
climatología así que llegado el momento tomé mis bártulos y volví a Hanoi.
Barco en la Bahia de Halong (Vietnam) |
Esta vez compre yo mismo el billete directamente en la estación y en litera,
necesitaba imperiosamente descansar. A mi llegada pasé por el albergue donde me
habían tomado el pelo con la venta del billete de tren. Pusieron cara de
sorpresa con lo que les decía e hicieron las mismas llamadas telefónicas que la
otra vez. Me pasaron el teléfono para que hablara con alguien, yo decliné la
invitación y les exigí que me devolvieran mi dinero. Estuve allí insistiendo
como quien predica en el desierto, ellos simplemente siguieron con sus labores
sonriendo con cara satisfecha como un gato con la boca cerrada donde asoma la
cola del ratón que acaba de devorar. Hasta que llegó la hora en que me tenía
que ir, me esperaba el bus que salía en breve hacia la Bahía de Halong , eso
sí, cuando me di la vuelta para irme los envié al carajo con varias frases
castellanas muy apropiadas para esos momentos, ya se sabe que no hay nada como
tu propio idioma para declarar amor y para insultar.
Luego fui a la
famosa Bahía de Halong. Es un natural enclave marino donde el paisaje está
formado por el mar y por unas estrechas montañas alfombradas por su verde
vegetación y se encuentra a unos kilómetros al noreste de Hanoi.
Bahia Halong (Vietnam) |
En esta
ocasión el tiempo acompañó así que elegí una excursión en un lujoso barco de
madera, con unas amplias habitaciones donde haría una noche. Me lo habían
recomendado una viajera Marta, de La Coruña a la que conocí en la estación de
ferrocarril en Sapa a ella se lo comentaron a su vez Gonzalo y Antonia, una
pareja de chilenos que también venian. La zona de la Bahía es muy turística,
nuestro grupo lo componen una veintena de personas de diferentes edades y
nacionalidades. Subimos a un pequeño bote y nos llevan hasta el barco donde
haríamos noche. Nos acomodamos en los camarotes. Más tarde hicimos excursiones a
cuevas, navegamos en kayak y visitamos el entorno. La comida y la cena estaban
incluidas, la embarcación estaba diseñada para ser muy comoda.
Me he dado una
ducha después de las excursiones y espero la hora de la cena, aún no ha
anochecido, me asomo por la borda del barco. Todo está rodeado de una sublime
belleza paisajística y veo las montañas que asoman curiosas por encima del
agua. Todas son bonitas, algunas moquetadas por tupida vegetación, otras
simple roca, finas con aristas, otras anchas y redondas. Me imagino formas y
estas últimas me recuerdan a las magdalenas, esos bizcochitos tan apetitosos a
los que el goloso mar ha ido comiendo sus rebordes dejando esa peculiar forma,
esa anillada erosión a su alrededor que no hace sino exaltar aún más su natural
belleza.
Más tarde
disfruto de la suculenta cena. Han puesto música y animan a que la gente se
divierta. Una australiana celebra su 60 cumpleaños con su hija de unos 40, las
dos beben whiskey como dos australianas posesas, por lo demás la gente está
relajada y la fiesta no se desmadra.
Bahia Halong |
Tocaba seguir
viaje, así que encaré dirección a mi siguiente destino Hoian, en la provincia
de Dana, a medio camino entre Hanoi y Ho Chi Minh (antiguo Saigón). Es un
antiquísimo pueblo de pescadores reconvertido en enclave para turistas. Pero no
deja por eso de ser un lugar encantardor. Las edificaciones antiguas y el hecho
de contar con mar hacen a la zona muy atractiva.
Alquilé una
moto y realicé varias visitas, entre ellas Marble Mountain, las montañas de
mármol. Un lugar fascinante en el que la montaña es la protagonista, de ella
sacan el mármol, materia prima que utilizan, entre otras cosas, para hacer unas
impresionantes esculturas. En la montaña han hecho caminos de acceso, con
construcciones y cavidades donde instalan curiosos templos.
Aproveché los
días de buen tiempo para darme unos baños en la playa. Después rumbo a Saigón. Es la
ciudad de las motocicletas, hay miles de ellas por toda la ciudad. Gracias a
eso tienen un tráfico fluido, si sustituyeran la motocicleta por el coche las
calles se colapsarían como ocurre en otros lugares.
Es una ciudad
chispeante, llena de luz, color y sonidos. Aunque eso no impide que se levanten
muy temprano. A las 5 de la mañana los parques están llenos de gente de todas
las edades haciendo ejercicio. Algo digno de ver.
Hice una
visita al Delta del Mekong y pronto me encaminé para ir a Camboya en bus.
Primero Phnom Phen 6 horas y luego Siem Riap otras 6 horas. Pero eso ya es otra historia...
Gran aventura y final de viaje. Una lástima los problemas con el tren :(
ResponderEliminarUn saludo
Vietnamitas en Madrid
Hola Vietnamitas en Madrid. Ha sido toda una experiencia y recomiendo visitar ese fantástico país. Una experiencia poco afortunada no puede empañar las colosales maravillas que ofrece. Y su gente simplemente fantástica.
ResponderEliminarSaludos,