jueves, 25 de julio de 2013

Paseando desde Brujas a Holanda parte 3


     El día comenzó soleado y me quedaba una etapa relativamente corta comparada con las anteriores. Así que empecé temprano, tenía ganas de llegar a Ámsterdam y hacer “parada y fonda” un par de días.

     Durante el trayecto disfruto del paseo junto a los canales que forman gran parte de su geografía. Aprovechando el buen día los propios pasean con sus barcos relucientes al sol. Van muy despacio, yo los adelanto con mi pedaleo tranquilo y algunos saludan.

     A 22 klm. de Ámsterdam hago una parada para sentarme en uno de los embarcaderos que hay a las orillas de los canales, me descalzo y hundo los pies en el agua fresca y resulta muy relajante. Justo detrás de mí hay un bar, ningún turista sólo gente de la zona, me despierta la curiosidad y me dirijo a verlo, es entre tienda y bar pero lo impresionante es que sólo venden una cosa, anguila ahumada, bueno, también bebida. Pido una tapa que consiste en unos filetitos de este larguirucho pez metido a modo de bocadillo en un pan redondo pequeño y para acompañar una cerveza (tapa 3 €, cerveza 2€). Traslado una mesa y una silla debajo de un árbol que hay en la puerta de la taberna y degusto el manjar con absoluto deleite.

     Al cabo de un buen rato de descanso en el bar sigo paseando por las orillas de los canales que ya no los abandonaría hasta llegar al lugar de destino.
Una vez llegado a la ciudad busco alojamiento, pero todo era caro, al final encuento una habitación de albergue por 35 € la noche, al día siguiente me trasladé a otra que costaba 25 €.

    Para quien no haya venido nunca a Ámsterdam hay que advertirle que no se lo debería de perder si se le presenta la oportunidad. Es una ciudad viva, te ofrece lugares de fiesta, bares y restaurantes con encanto y rincones entrañables, todo ello con la singularidad de sus canales, puentes y arquitectura fascinante, un lujo para pasear en bicicleta absoluta protagonista de la ciudad.

     En cuanto al presupuesto, decir que me dejé llevar por el embrujo de esta city y sobrepasé el presupuesto con creces ya que comí y cené en bares. 

domingo, 21 de julio de 2013

Paseando desde Brujas a Holanda parte 2


     
     A eso de las 4:00  h de la madrugada me desperté, la humedad del ambiente y la escarcha dejaron todo mojado. Saqué la bici de las dunas de arena y continué camino, un camino que era oscuro y solitario.

     Como había salido tan temprano seguía confiando en poder hacer noche en Ámsterdam, así que no dejé de pedalear, pero no las tenía todas conmigo. El día era gris plomizo y micro partículas de lluvia flotaban en el ambiente, todo eso unido a un fuerte viento de cara, hizo que se retrasara bastante la jornada.

     En mi trayecto pasé por Roterdam, allí paré a comer y proseguí la jornada. Llevaba otra vez 12 horas encima de la bici y mi objetivo estaba aún bastante lejos pese a los 150 Klms. recorridos en esta etapa.

     Entre los pueblos que veía por la zona me decanté por hacer noche en Gouda, donde hacen ese queso tan rico. Nada especial que destacar de esta villa.

     A la hora de dormir no me molesté en ver si tenían alojamiento sino que directamente busqué un sitio que fuera apropiado para desplegar el saco y hacer otro vivac, ahí como un valiente.

     Amanece un nuevo día y levanto bastante bien, mucho mejor que la anterior aunque en esta ocasión los mosquitos se cebaron conmigo. Este día sí tendría que llegar por fin a Ámsterdam…

sábado, 20 de julio de 2013

Paseando desde Brujas a Holanda parte 1


     Después de la experiencia de Bruselas en la que la etapa en bici se me hizo muy dura, decidí que debería dosificar mejor mis fuerzas, emprendería así mi viaje rumbo a las parte norte de Holanda con algo más de precaución, ingenuo de mí, no tenía ni idea de lo que me esperaba en esta jornada.

     Salí bien temprano, en un tiempo razonable crucé por el cartel que indicaba que ya me encontraba en territorio Holandés. Como me encontraba entero decidí seguir avanzando y acercarme un poco más a Amsterdam.

     Los paisajes del norte son fantásticos. Era extraño cruzarse con algún coche y todo eran campos sembrados y animales pastando.

     Como el día anterior, en Bruselas, había sobrepasado con creces el límite del presupuesto decidí que esa jornada no gastaría nada. Me quedaba algo de pan del día anterior un poco de jamón cocido y del desayuno del albergue me llevé 2 huevos duros y 4 quesitos, luego en el campo arranqué unas cebollas tiernas. Además compré algo de fruta lo que hizo que mi propósito de no gastar nada ya no se cumpliera.

     Llegué a un punto del recorrido en el que tenía que cruzar un trecho de mar y había que hacerlo en ferry embarcando a la “perlica”, por lo que tuve que comprar un billete 3,5 €.

     Llegada la hora de la cena a eso de las 20 h. atravesé un pueblecito muy pintoresco, estaban en fiestas y había un ambiente muy agradable, terrazas llenas de gente una temperatura perfecta y  un cantante bohemio que tocaba realmente bien. Se veía en las mesas unos platos muy, pero que muy apetecibles. Estuve dudando si alojarme allí y salir a comer algo, total el propósito de no gastar nada ese día ya se había roto.

     Al final decidí seguir camino. Me encontré con una playa preciosa, salvaje y enorme. Aproveché para cenar lo que me quedaba que fue suficiente. Después contemple una fascinante puesta de sol y pensé en que hice bien en no quedarme en el pueblo encantado, si lo hubiera hecho me hubiera perdido el espectáculo, cuando terminó emprendí camino.

     Llegadas esas horas, no tenía alojamiento y tampoco fuerzas para buscarlo, así que me dispuse a buscar un sitio en la playa, apenas quedaba luz y yo seguía pedaleando, estaba realmente agotado más de 12 horas encima de la bici se dejan notar.

     Crucé un puente kilométrico que unía una isla con otra. Ahora sólo hay molinos de viento y algo que parece una fábrica a lo lejos. No dejo de ver gaviotas por todos sitios, son como puntitos blancos en la oscuridad, creo que me estoy adentrando en gaviota-town y no me hace mucha gracia. Ahora hay cientos de ellas, no paran de graznar, me veo rodeado por todas partes, disimulo, sigo pedaleando.

     Por fin saldo del atolladero, encuentro un sitio entre las dunas para dormir y pienso que me tenía que haber quedado en el pueblo encantado, pero sólo eran las dudas de la inseguridad.

Continuará…

Pd: Gastos del día: 1,5 € fruta + ferry 3,5 €, total = 5,00 €

martes, 16 de julio de 2013

Paseando desde Bruselas a Brujas


Bruselas típica foto chorra

     Día completo donde los haya. La jornada prometía, salté de la cama a las 5:45 h. y en cuanto apreté las alforjas que me han regalado (Jose Carlos eres un sol) y le dí una patada al invento de poner una caja de fruta en la parte trasera de “La Perla Negra” – Le he puesto ese nombre a mi burrica – dije adiós a la ciudad en la que he estado tres días. Bruselas ha merecido la pena. Absolutamente  recomendable.

     Hoy el buen tiempo me daba sus bendiciones y el transcurso de la etapa se desarrollaba con cierta normalidad hasta que me confundí de camino y desbarató los planes de terminar a una hora prudente. Ayer planifiqué el trayecto y calculé unos 109 klms. lejos de los casi 150 klms. en los que se han convertido.

     He llegado a Brujas sobre las 19:00 h. muy justito de fuerzas. He buscado el albergue más económico pero estaba completo. Al final he encontrado uno por 23 €  la noche, la habitación… bueno, confío en que el desayuno arregle un poco ese desaguisado.

     El albergue está lleno de adolescentes que hacen cola para alojarse en el lujoso albergue “Charlie Rockets”. Yo espero paciente con una cerveza en la barra ya que disponen de bar y me la bebo en dos tragos, dios, estoy deshidratado. Creo que hoy no es el mejor día para mezclarme en ambientes púberes.
Los 23 € siguen rondando en mi cabeza. Igual he venido al 5 estrellas de los albergues y no me he enterado. No soy tacaño pero este viaje pretende, entre otras cosas, gastar lo mínimo y a este ritmo no llegaré muy lejos. Además la filosofía del mismo no me permite semejantes dispendios.

     La ducha del albergue es comunal, tengo que lavar la camiseta del día para mañana, decido probar a ducharme con ella, la enjabono, ahora aclarado, me quito la camiseta la escurro y la cuelgo en la puerta, ahora me enjabono yo, listo, ha funcionado.

Molino ecológico

     En lo que llevo de viaje he dormido 2 noches en un camión (gracias Diego, Fernando Manzanera y Reolid), tres noches en casa de unos amigos en Bruselas (gracias Jose Carlos y Luisa) y una noche en Bergen on Zoon – Holanda -(gracias Enrique y Jaquelin).

     Mañana tengo que planificarme mejor. Hoy ha sido un día muy chulo, estoy contento, pero también ha sido agotador. He de dosificar mejor mis fuerzas.

     Ah, por cierto, por si a alguien le interesa, Gante y Brujas genial, bien merecen una visita. Para saber la historia de estas ciudades buscar en la Wikipedia, yo paso.










     Pd: He pasado por muchos pueblecitos pequeños, y os aseguro que no es fácil encontrar un bar, y que además este bar este abierto es más complicado aún, pero si además es el de la foto no invita a entrar jajaja…

     Ps: Tengo material para subir ya un video, pero es muy tarde y necesito dormirrrrrr... En breve subiré alguno :)


     Presupuesto del día:
Alojamiento: 23 €, Cena: 8 €, cervezas: 5,20 €, pan: 1,10 €, fiambre: 1,15  €, coca cola: 1,50 €, Agua: 1,30 €, pastel: 0,90 €. Total gastado hoy: 42,15 €.

lunes, 15 de julio de 2013

Momento partida, momento despedida


Para quien aún no lo sepa hace algún tiempo decidí emprender un viaje sin pretensiones concretas y sin pretensiones pretenciosas, un viaje realizado en solitario y en el que el camino de mis propios pasos dibujará el mapa de mi destino. He aquí que iniciado el mismo sólo tengo una vaga idea de la dirección tomada inicialmente condicionada por el lugar de donde vengo y el trayecto de la ruta de un camión de mercancías en el que me embarqué.

Hoy toca despedida, algo que nunca se me ha dado muy bien fruto de mi propia cobardía llegado el momento. En esta ocasión he de añadir en mi defensa que el momento de mi partida se precipitó de manera tan repentina que apenas tuve tiempo de lanzar un par de besos mal dados y unos fugaces abrazos antes de subirme sobre las 24 ruedas de uno de esos trasatlántico que surcan el ardiente y negro asfalto. Aprovecho estas líneas para enviar ese cálido abrazo que se perdió en el camino.