lunes, 21 de octubre de 2013

Paseando por Laos - Un río mítico


Barco sobre el río Mekong

     Eran las 6 de la mañana cuando abrí los ojos, a esa hora entraban los primeros rayos de sol por una claraboya de la habitación donde dormía. En poco tiempo termino los quehaceres rutinarios de aseo y desayuno después acomodo mis pertenencias viajeras en mi sucia y desgastada mochila y camino dirección a un muelle donde me esperan unas finas y largas barcazas que me sirven de puente hasta la orilla de Laos. El río es ancho en este tramo pero apenas se tarda un par de minutos en cruzarlo.

     A los pies del río se encuentra el puesto fronterizo, retiro unos formularios los relleno y unos militares uniformados completan los trámites para conceder el visado que me permite la entrada al país. A cambio me piden y yo les pago 35 dólares americanos.

Una de las orillas del río Mekong

     Más tarde embarco en una de esas barcazas, esta vez era más grande y llena de turistas, apenas habían unos cuantos locales. El día es soleado y  la navegación en las chocolateadas aguas del Mekong es suave y tranquila, aprovecho para contemplar las selváticas orillas del trayecto que sirven de frontera natural entre Tailandia y Laos. Una agradecida brisa atraviesa el interior del barco a través de sus flancos abiertos.

Después de 7 horas de suave navegación llegamos a Pak Beng, una localidad muy pequeñita con una larga calle principal que se va empinando a medida que te alejas del río. La actividad económica principal de la población es el turismo, pero no se ve masificado y parece haber mantenido el encanto de lo rural, casi todas sus construcciones son de madera. Consigo un alojamiento compartido con Andrew un estadounidense por 20.000 Kips, unos 2 euros la noche.

En el bar turistas yo y los lugareños
Después salgo a pasear y cenar, finalmente nos juntamos una mesa unas 10 personas cada uno de distinta nacionalidad. Terminada la cena seguimos unos improvisados letreros hechos con tablas de madera en el que anunciaban un bar con música, el camino se adentraba en la montaña, era de noche y apenas veíamos por donde pisábamos, apunto de decir volver sobre nuestros pasos vimos unas luces de colores a lo lejos. Nos acercamos hasta ellas y vimos establecimientos uno con karaoke y  otro tipo taberna. Elegimos este último que tenía una terraza al aire libre y unos lugareños jugaban a la petanca. Finalmente acabamos todos, lugareños y extranjeros, compartiendo risas, cervezas y jugando todos por equipos.

     Al día siguiente volví a embarcarme, el tiempo seguía soleado lo cual es todo un lujo tratándose del mes de octubre que está bajo la influencia del monzón. Es temprano y la mañana se presenta fresca, observo que algunos pasajeros se ponen fina ropa de abrigo, la proa está sola y aprovecho para salir, sentarme y dejar que el sol me caliente durante un rato.

Templo budista Luang Prabang (Laos)

     Llegamos a Luang Prabang bien entrada la tarde, la que fuera la antigua capital de Laos es una tranquila ciudad de unos 75000 habitantes, está repleta de templos budistas y formidables edificaciones de la época colonial francesa. En 1995 la UNESCO la nombraría Patrimonio de la Humanidad.

    La ciudad enamora a primera vista y los días pasan rápido cuando te sientes a gusto. Alterné visitas a templos, excursiones por naturaleza y cataratas y las comidas entre sus mercados.

Después de todo esto me despedí de la gente que había conocido y me subí en un autobús que tardaría 24 horas en llevarme a Hanoi en Vietnam. Pero eso ya es otra historia…

3 comentarios:

  1. Fantástico Juanfra!!! Mucha fuerza para continuar tu viaje, eso si, se te ve feliz. Pepe Gomariz.

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  2. Me gustan mucho estos videos. Sigue mandando cronicas de tu viaje y mucha suerte desde Murcia.

    Pd. No es por incordiar, pero mucho cuidado con el pescado de esta zona de asia, estos rios tienen unos indices muy altos de contaminación sobre todo de mercurio.

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  3. Hola Pepe, hola Jose, muchas gracias por esas fuerzas que me enviáis, me vienen muy bien. Marti, no he comido pescado, después de ver el río no me daba mucha confianza... Un abrazo

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