lunes, 28 de octubre de 2013

Paseando por Vietnam Parte I - Hanoi - Superando otra prueba


Sleeper bus viaje Laos - Vietnam

     Agoté hasta el último minuto antes de subirme al autobús, compré agua y algo de comer, visité las letrinas (existen ciertos lugares que no se les está permitido que se llamen aseo), y asumí mentalmente como afrontar las 24 horas de bus que me habían indicado que duraba el trayecto entre Luang Prabang en Laos y Hanoi en Vietnam. Estaba todo dispuesto para vivir toda una experiencia en la larga distancia en bus y yo me las prometías muy felices, nunca había viajado en un bus cama y pensaba que podría ser una grata experiencia.



Interior del bus, parte alta (los asientos)
     Los autóctonos van subiendo al bus ataviados con cajas, maletas, mochilas y todo tipo de artilugios.  El autocar estaba provisto de unos sillones cama y también con unas colchonetas dispuestas debajo de los sillones y en el pasillo. El rojo es el color predominante y el escay, ese mal imitador del cuero, el material elegido para absolutamente toda la tapicería del interior, remata este vodevil unos cuantos hierros mal colocados a propósito para incrementar la incomodidad de un diseño realizado a todas luces de manera casera.

     Subo al bus y me siento en el lugar que me indican. Los turistas suelen ir en los sillones, más caros y con ventana los demás en las colchonetas, más económicas y sin ventanilla. No pasaron ni dos horas cuando mi espalda primero y mis piernas después empezaron a darse cuenta del mal diseño de aquellos cubículos. 

bus parte de debajo de los sillones y pasillo.
     Se hacía difícil cambiar de postura y mucho más levantarse del sillón porque había que bajar hasta el suelo lleno de gente. Cuando el sillón de delante lo abatían hacia ti tenías forzosamente que flexionar las piernas las cuales tropezaban contra unos hierros dispuestos a la altura de las espinillas.

     La noche se hizo algo larga pero de algún modo pasable. Lo peor aguardaba durante el día. Traté de leer algo pero el respaldo del asiento no llegaba hasta posicionarse en una postura que te permitiera ir erguido, así que tenía que levantar la espalda y el cuello manteniendo con la tensión suficiente para no irme hacia atrás.

     Las 24 horas que indicaron que duraba el trayecto se convirtieron en 27 horas finalmente. Sentí un gran alivio cuando llegué a Vietnam. Por fin se había acabado la infame tortura.

Vietnam, foto nocturna.

     Cuando llegué a Hanoi hacía unas cuantas horas que había anochecido, llovía y no tenía alojamiento, así que debía localizar algún lugar donde cobijarme si no quería pasar la noche al raso. El tiempo corría en mi contra. Me dirijo hacia el centro de la ciudad y pronto consigo encontrar un albergue donde dejar los trastos, abro la mochila agarro un destartalado paraguas con goteras que me regalaron en Eslovenia. Salgo y busco un lugar donde saciar mi voraz apetito, llevaba todo el día sin apenas probar bocado. Veo un puesto callejero cerca del albergue pero lo descarto rápidamente. Los locales nocturnos comienzan a cerrar y las calles a vaciarse de gente, no me lo puedo creer, todo parece cerrado. Trato de volver al puesto callejero que había visto al lado del albergue. Voy en chanclas y los pies los tengo mojados, el pequeño paraguas no aguanta tanto tiempo la lluvia y su impermeabilidad comienza a resentirse. No encuentro el albergue y tampoco el puesto callejero, estoy solo en una ciudad desconocida, perdido entre sus laberínticas calles, mojado, cansado después de tan largo viaje y tengo hambre. Momentos como estos me están poniendo a prueba y de alguna manera pueden forjar parte de mi esencia. Me pregunto que carajo estoy haciendo allí tan lejos de mi hogar, aunque al mismo tiempo soy consciente de que esto es pasajero y el destino me brinda una oportunidad única para aprender que las solitarias noches oscuras y lluviosas donde la luna esta oculta, están ahí precisamente para que brillen más intensamente las estrellas en las noches despejadas.

Calle de Hanoi Vietnam un día de lluvia.

Y aunque todo eso está muy bien yo necesito comer, y termino por encontrar el mugriento puesto callejero que de repente y debido a la extrema situación, comienza a transformarse en el lugar más apetitoso del mundo y cada cucharada de aquella rancia sopa de pollo va calentando mi entumecido cuerpo y mi alicaído espíritu.

     El albergue está justo al lado así que en breve me encuentro debajo de las sábanas de un estrecho pero confortable jergón. Al día siguiente sigue lloviendo pero por dentro todo está en orden y dispuesto para seguir aprendiendo.




4 comentarios:

  1. Preciosas ambas ciudades, Luang Prabang y también Hanoi.
    Un saludo
    Vietnamitas en Madrid

    ResponderEliminar
  2. Juanfra, me encanta el viaje que estás haciendo, es alucinante, de verdad. Menuda experiencia inolvidable. Todos los lugares son preciosos y además lo cuentas muy bien. Muchos besos desde Murcia.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a Vietnamitas en Madrid y tambien a Maria por vuestros comentarios. Me alegra que os guste.

    ResponderEliminar
  4. Me cago en toooo,media hora escribiéndote y se borra lo escrito,pues mañana mas,porque ahora estoy cabreao.copon ya.

    ResponderEliminar