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Puerto en los Andes - Chile dirección frontera Argentina |
Después de mi visita a Chile me
subí a un bus que me llevaría desde Santiago de Chile hasta Mendoza en
Argentina, pero antes debía de atravesar la cordillera andina por el paso
fronterizo del puerto del Cristo Redentor, con pendientes que superan el 8% y
un número interminable de curvas.
El autobús circula lento y puedo
observar detenidamente las escarpadas montañas andinas cuyas cumbres aún visten
parte de las nieves que dejó el frío invierno. Desde lo alto la larga y revirada
carretera presenta el perfecto dibujo de una infinita serpiente de alquitrán
por la que circulan en perfecta hilera decenas de pesados camiones que viajan
con las marchas cortas.
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Viñedos en Mendoza - Argentina |
Mendoza es una ciudad de unos 100.000 habitantes, con terrenos
cubiertos de viñedos para la elaboración de vinos y aquí se encuentra el mítico
Aconcagua una montaña que se eleva hasta los 6.962 metros sobre el nivel del
mar y la más alta del continente americano.
Aquí paso unos días, visitando la
ciudad y parte de sus viñedos, pronto sigo camino tomando un bus para ir hasta
Bariloche a través de la mágica ruta 40 argentina que se extiende por más de
5000 kilómetros de distancia de norte a sur.
Bariloche es un lugar idílico,
con lagos, bosques, montañas y mucha naturaleza. Ahora es primavera y la
amarilla retama resalta su color sobre el resto de la verde vegetación. Nada
más llegar a la terminal de bus conozco a un matrimonio que me lleva hasta el
centro y que me indican donde me puedo dormir y por donde ir a comer un buen
filete de carne argentina.
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Camino en Bariloche con retama amarilla. |
Paseo por la ciudad, hace fresco
y echo de menos el forro polar que olvidé en Nueva Zelanda. Entro en un local y
pido un chocolate caliente para llevar. Está atardeciendo y el sol comienza a esconderse
detrás de las montañas, camino por la orilla del lago y voy bebiendo el
chocolate a pequeños sorbos. Su calor me reconforta y alivia el cansancio del
largo viaje en autobús.
Son unos días deliciosos en esta
ciudad gracias a la especial amabilidad de la gente que voy conociendo. Continuo
viaje dirigiéndome a El Calafate, aunque antes haría parada en El Bolsón, un
pueblecito desde donde se hacen muchas rutas de trekking. En el pueblo tiene
cierto aire hippie y también un encantador mercado de artesanía. Observo a un
señor que está trabajando con cuero y decido proponerle que intente reparar la
correa de mi reloj que se había roto hacía unos días. El artesano mira
detenidamente la correa de plástico rota y pronto idea un apaño con una
prolongación de piel quedando el reloj listo para volver a mi muñeca.
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Gasolinera en la ruta 40 Argentina |
Argentina es un país enorme, los
puntos que visito pese a parecer cercanos en el mapa suelen llevarme un mínimo
de 20 horas de bus por tramo, o de ómnibus como los llaman aquí. Son muy
confortables y tienen los sillones amplios con mucho espacio en algunos casos
pueden hacerse cama. Van provistos de baño interior y sirven comidas durante el
trayecto. Nada que ver con aquellos del sudeste asiático en los que el
hacinamiento y el mal diseño hacían el viaje una larga tortura.
El autobús se detiene en un
pequeño pueblo para hacer un breve descanso y repostar. Bajo del bus y observo
mi entorno, apenas dos calles y muy pocas casas, por unos momentos me trae a la
memoria aquellos pueblos que veía en las películas del oeste donde el viento
arrastraba unos matojos secos dando vueltas sobre calles desiertas.
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Tramo ruta 40 - Argentina |
Parece que
la misma persona atiende la gasolinera y el ventorrillo. Llegado el momento
subo de nuevo al bus y continuamos camino. Voy pensando en el cantinero un
señor de unos cincuenta y tantos, pienso en la vida que debe de llevar en un
pueblo casi despoblado y creo que es como el farero que en las tempestuosas
noches vigila el mar y que puede que esa triste gasolinera sea aquella
necesaria luz a la que te diriges cuando en los momentos difíciles precisas la
ayuda de estos lobos solitarios.
El Calafate es uno de esos extraños
milagros de la naturaleza que esconde entre las faldas de sus montañas
impresionantes glaciares, gigantescas masas de hielo blanco con un transfondo
azul marino. Decido hacer un pequeño trekking sobre el glaciar. Me calzo unos
aparatosos crampones de metal y comienzo a pisar el duro hielo de la
impresionante masa de helada. Mis primeros pasos son algo torpes pero pronto me
acostumbro a este nuevo caminar y disfruto de las subidas imposibles por la
gran roca blanca.
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Glaciar Perito Moreno - El Calafate - Argentina |
Siento que lo que piso es algo vivo, sólo oigo mis pasos y el
sonido del viento que a veces es interrumpido por un estruendoso y profundo
ruido de los pesados bloques de hielo desgajados al caer sobre el agua y me
siento muy pequeño ante la magnificencia que muestra la naturaleza. Más tarde
me subo a una montaña desde donde puedo divisar el colosal muro frontal del
glaciar, un barco navega el lago al que nutre y la estampa me hace entender una
vez más por qué fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Días más tarde decido ir hasta
Ushuaia. Para llegar por carretera es necesario pasar un tramo por Chile y la
frontera se cerraba por huelga un día sí y otro también, por este motivo decido
ir en avión pese a ser un poco más caro y pese a que alguien que conocí en el
viaje me la desaconsejó.
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Cartel de Ushuaia - Tierra de Fuego |
Llego a Ushuaia, en Tierra de Fuego, y pronto me quedo
encantado con el paisaje que contemplo. El mar está presente en todo momento y
la pequeña ciudad se inserta entre este y las montañas que la arropan. Paseo en
un catamarán por el Canal Beagle y comienzo a ver parte de su fauna marina,
lobos de mar, cormoranes, albatros, gaviotas, petreles y hasta pingüinos. El
sol está fuera pero por más que se empeña no consigue calentar el helado aire
que atraviesa la cubierta del barco. Siento que el aire que allí respiro es
oxigeno puro que viene de la cercana Antártida en el polo sur y que mis
pulmones lo inhalan con deleite. En ese momento soy consciente de lo mucho que
me gusta el lugar y me alegro por haber hecho caso a mi instinto y haberlo
podido disfrutar desde el interior.
Ahora me encamino hacia Península
Valdés con la esperanza de avistar ballenas en el mar. Me hospedo en Puerto
Madryn y me uno a una excursión que salía en barco al día siguiente.
El hostal
es céntrico y cuando se acerca la noche decido ir a caminar y cenar. Al salir a
la puerta alguien me llama, cuando levanto la vista me encuentro con Elena,
Jose y su pequeño hijo al que aún no conocía, unos amigos de mi ciudad, una
increíble casualidad que convertiría aquella noche en un inesperado regalo
caído del cielo. Al día siguiente consigo ver las impresionantes ballenas en su
medio, con el geiser de su respiración y con un estupendo día soleado. Estaba
de suerte.
Mi siguiente visita sería a
Uruguay. Llego a Buenos Aires con el tiempo justo de sacar un billete en el
barco que cruza de lado a lado el Río de la Plata, uno de los más anchos del
mundo. Visito Montevideo y una preciosa ciudad llamada Colonia de origen
colonial español que se encuentra muy bien cuidada y conservada a orillas del
Río de la Plata. Aprovecho para conseguir dólares que posteriormente cambiaria
por pesos argentinos en el mercado negro, mucho más favorable que el cambio
oficial.
Posteriormente me dirijo de nuevo
a Buenos Aires, pero esta vez para hacer en bus el trayecto hasta Iguazú, donde
se encuentran las famosas cataratas. El trayecto lo realizo en unas 18 horas de
bus. Pero bien merecen la pena.
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Una de las cataratas en Iguazú - Argentina |
El primer día cruzo la frontera
que separa Argentina de Brasil y ya en el lado brasileño visito las cataratas
desde allí, al día siguiente, y esta vez desde el lado Argentino, vuelvo a
visitarlas desde una nueva perspectiva.
Camino por el sendero habilitado
entre la tupida vegetación selvática, unos coatíes cruzan muy tranquilos
mientras yo los observo con curiosidad, sigo caminando y me dirijo hacia el
fuerte estruendo que vengo oyendo desde lejos, conforme me acerco comienzo a
ver en la lejanía el grandioso paisaje. Sigo caminando para aproximarme hasta
la orilla misma de las cataratas, el espectáculo es fascinante, toneladas de
agua precipitándose al vacío y recorriendo un largo camino antes de estrellarse
contra las rocas.
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Vista de parte de las cataratas de Iguazú - Argentina |
Me quedo un buen rato mirando a
todos lados sin salir de mi asombro. El viento impregna el ambiente de micro
partículas de agua que alivian el calor tropical del ambiente y refrescan el
recuerdo que guardo cuando de niño leía la revista “Geo” y observaba admirado las
cataratas de Iguazú y cómo deseé verlas en directo. Ahora, casi treinta años
después, me encuentro en este rincón del mundo que me ha esperado pacientemente
durante tanto tiempo, me siento emocionado.
Después de este viaje volví de
nuevo a Buenos Aires, allí aproveché para reencontrarme con Rubén un viajero que
conocí en Nepal y también con algunas personas de las que guardo un grato
recuerdo.
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Uno de los muchos coatíes que se ven por Iguazú |
La ciudad tiene un agradable toque europeo con zonas encantadoras
como el barrio de La Boca, San Telmo, Palermo, Tigre, de todos disfruto y ponen
sin sospecharlo el broche final a mi viaje a lo largo de todo el mundo. Pero
antes de irme, esperé en el aeropuerto a Pablo, el viajero argentino que conocí
en Tailandia, con el que volví a encontrarme en Indonesia, y que ahora recibo
con un cálido abrazo mientras le doy la enhorabuena por completar su épico viaje, él al igual
que yo cumplía el sueño forjado años atrás de dar la vuelta al mundo.
Ahora toca de nuevo partir pero esta vez para
llegar a casa. Me quedan los últimos flecos de este largo viaje y las
incógnitas propias de la llegada y toma de contacto con la vida cotidiana pero,
eso sí, deseando verte…
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Una de las casas en el barrio de La Boca |
No todos los día se cumplen
sueños y las entradas de este blog son la historia de uno de ellos, dar la
vuelta al mundo, y lo he logrado. He visitado más de 30 países pasando por 4 continentes,
recorrido más de 50.000 klms. y vuelvo con los bolsillos vacíos pero con el alma
repleta de buenas sensaciones, emociones y mucha alegría. Imagino que en estos
momentos siento lo mismo que aquellas personas que ven cumplidos sus sueños
deben de sentir, felicidad. Sólo me queda agradecer de todo corazón a todos
aquellos que me han seguido y han conseguido viajar, evadirse o divertirse por
unos momentos conmigo. Sin vosotros no hubiera sido posible. De verdad gracias… Y tú, ¿Tienes
sueños? ¿Te atreves a cumplirlos?
Enhorabuena por cumplir tu sueño.
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