lunes, 2 de septiembre de 2013

Paseando por los Balcanes - Un golpe de suerte


Uno de los dragones de un puente en Luibliana (Eslovenia)
     Necesitaba un golpe de suerte, llevaba unos días con el ánimo un poco bajo, acababa de dejar a unos amigos en Berlín y de repente me encontraba de nuevo cabalgando en solitario. Llegué a Eslovenia donde la temperatura era más propia de mes otoñal que del caluroso agosto que tocaba, además no dejaba de llover. No era el mejor escenario posible, aunque Liubliana su capital estaba especialmente bonita. Pasaron algunos días cuando crucé a Zagreb (Croacia) y después a Belgrado (Serbia). El cansancio comenzaba a acumularse y las energías recuperadas con los amigos tocaban fondo. Era de noche y tenía que coger el único tren que conecta Belgrado con Skopie (República de Macedonia). Eran las 21:30 horas y yo conversaba con un empleado de la estación:

-       ¿Entonces no sabe si podré subir la bici al tren?
-       No, tendrás que hablarlo con el revisor del tren cuando llegue.
-       ¿Saco el ticket para la bici?
-       No es necesario, pague directamente dentro del tren.
-       Si no me dejara llevar la bici ¿Existe otro tren en el que pueda subirla?
-       No, sólo va este tren a Skopie.

Río en el centro de Luibliana (Eslovenia)
     Mi destino esa noche, era de lo más incierto. Esta situación se ha repetido a lo largo del viaje y ha habido bastantes noches como esta. Lo único que la diferenciaba del resto de noches era mi estado anímico. Si no dejaban que subiera la bici, como me ha ocurrido ya en muchos trenes, me vería sólo en la estación, de noche y sin un lugar donde alojarme, por eso ahora necesitaba un golpe de suerte.

     Llegó el tren, hablé con el revisor y me dejó embarcar la bici, a cambio me pidió 10 euros, negocié con él y conseguí dejarlo en 5 euros, evidentemente no me extendió recibo de esta operación, fue algo que quedó entre él y yo.


     Por cuestiones de espacio la bici hubo que ponerla en el vagón donde iban las literas, yo tenía billete de segunda clase en un asiento, pero mi amigo el revisor decidió, aún no sé bien porque motivo, que aquella noche yo debía de dormir en una confortable litera. 

     Ahora me encontraba tranquilo dentro de un viejo y cansado tren que se tambaleaba perezoso entre sus maltrechas vías a una velocidad que le permitía avanzar sin peligro a descarrilarse, mientras llovían sobre su techo las chispas incandescentes que producían caprichosos cortocircuitos del vetusto cableado ferroviario.

     En el calor de la noche salí al pasillo y abrí la ventana, el viento fresco entraba y me golpeaba en la cara, era una sensación agradable, en el cielo habían miles de estrellas, me quedé mirándolas un buen rato, todas estaban en su sitio, un cometa cruzó el firmamento y pensé que era un buen  momento para ir a dormir, di gracias por ese fantástico día. Cuando me desperté estaba en la frontera de Macedonia y un policía me pedía el pasaporte.

     Y fue así de esta simpática manera como llegó ese tímido golpe de suerte que necesitaba, y es que,    en ocasiones pequeños detalles ayudan a seguir caminando.




1 comentario:

  1. Kaky,eres un fuera de serie,si no me pillara un poco lejos iría a sacar doradas a Grecia,jajaja...
    Gracias por el detalle hacia los que tenemos afición por la pesca.
    Quiero disculparme,en lo que me toca,por no haberte
    dado ANIMO más a menudo creyendo que estaba siendo un camino de rosas.Después de tu ultimo relato prometo no tenerte tan descuidado y darte ánimos con frecuencia empezando desde este mismo momento.
    JUANITO "Paseando al aire libre"es una pasada,los "vídeos"una inspiración para los futuros directores,la "música" soberbia,y "tu"...TU realmente eres ÚNICO,GENIO Y FIGURA.
    Un abrazo fortísimo.....(sin mariconadas)que con eso de que andas por tierras Griegas.

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